¿Y …quien fue Elias? Elías fue, según la biblia, un profeta hebreo que vivió en el siglo IX a. C. oriundo de Tishbé, en la región de Galaad y al oriente del río Jordán. Su vida se describe en los relatos hebreos en 1 Reyes 17-21 y 2 Reyes 1-2.

Su padre vio ángeles alrededor de él como un niño, vestirse y alimentarlo con fuego.

Él le recordó a la gente de su pueblo que hay un solo Dios verdadero y que sólo Él debe ser adorado. el creador de cielos y tierra y que ese Dios es Yahvé.

San Elías fue un profeta hebreo del Antiguo Testamento cuyo nombre significa «Mi Dios es Yahvéh».

 

Mientras Elías profesaba el pueblo estaba dividido en dos reinos: al norte el reino de Israel, con Samaria como su capital, y al sur el reino de Judá, que tenía como capital a Jerusalén. En Israel reinaba Acab, quien se casó con Jezabel, la hija del rey fenicio Itobaal de Sidón, lo cual trajo paz entre ambos reinos y la mejora de las relaciones comerciales.

El rey Acab se dejaba dominar por su mujer, Jezabel era una extranjera que buscaba imponer la religión de los falsos dioses (Baal) entre el pueblo. Era una mujer sin escrúpulos. Mandó a asesinar a todos los sacerdotes y profetas del verdadero Dios, Yahvéh. Solo se salvaron aproximadamente cien personas, ya que fueron escondidas en cavernas y alimentadas por el mayordomo del rey, Abdias, que era un verdadero seguidor de Dios.

Elías se fue al otro lado de Jordán, a su tierra natal para salvarse. Después se fue a Sarepta, una ciudad fenicia por mandato de Yahvéh, en cual permaneció durante un tiempo. Cuando Jezabel se convenció de que había acabado con la religión de Israel, aparece Elías a enfrentarla, le anuncio que como castigo por su idolatría y abandonar la verdadera religión, caería sobre Samaria una sequía de 36 meses que traería el hambre y sed a toda la ciudad.

En efecto no llovió durante tres años, en los que sufrieron de sed y hambre. Dios le dijo a Elías se fuera a vivir a una cueva que tenía una fuente de agua. Durante ese tiempo era alimentado por cuervos, los cuales le llevaban pan por la mañana y carne por la tarde. Una vez que la fuente de agua se secó, se fue a vivir a la ciudad extranjera de Sarepta nuevamente por órdenes del Señor.

Cuando Elías llego a la ciudad de Serepta le dijo a una mujer que se encontraba cortando leña para cocinar que le diera un pan y agua. La mujer le respondió que solo tenía un poquito de harina y aceite, para preparar un pan para ella y su hijo, y luego morirían de hambre.

Elías le dijo a la mujer que le prepara un pan para él y la harina ni el aceite se le acabarían hasta que volviera a llover sobre la tierra. La mujer estaba un poco dudosa pero aun así hizo lo que le dijo. Le preparo un pan y se cumplió lo que le había dicho, no falto ni la harina ni el aceite, por lo que la mujer pudo alimentar a su hijo y al profeta durante toda la sequía. 

El rey Acab encontró a Elías, y le dijo que era él la ruina de Israel. A lo que le respondió que no había sido él, sino el mismo rey su esposa y toda su familia, quienes abandonaron a Yahvéh que es el verdadero Dios y sus leyes, para servir a los baales. Elías hizo que el rey convocara al monte Carmelo a todo el pueblo de Israel y a los cuatrocientos cincuenta profetas del falso Dios Baal que estaban con Jezabel.

Una vez que estaban todos en el monte Carmelo San Elías les pregunto que hasta cuando estarían entre un Dios y otro, los que creen que Dios es Yahvé síganle, y si creen que es Baal síganle también, a lo que nadie contesto.

les propuso que mataran dos novillos y los colocaran sobre la leña sin prenderla. Les dijo que eligieran uno he invocaran a sus Dios para que prendiera el fuego, mientras que el invocaría a Yahvé, el dios que respondiera al fuego sería considerado el verdadero Dios. Todo el pueblo estuvo de acuerdo.

Desde la mañana hasta el mediodía los profetas invocaron a Baal, pedían que les respondiera, pero no pasaba nada. Elías los vacilaba diciéndoles que le gritaran más fuerte, tal vez su Dios estaba dormido o de viaje.  Los profetas gritaban con voz más alta y como era costumbre hacían sajaduras con sus espadas hasta botar sangre, pero aun así no obtenían respuesta de Baal.

Elías les dijo a los profetas que se acercaran al monte donde se encontraba su novillo. Hizo una zanja alrededor del altar del novillo y lo coloco sobre la leña; lleno la zanja de agua y oró “Yahvé, Dios de Abraham, Isaac e Israel; sépase hoy que tú eres el Dios de Israel, y yo tu siervo, que por tu orden he hecho esto. Respóndeme, Yahvé; respóndeme”.

Fue entonces cuando cayó el fuego de Yahvé, quemo completamente el altar de la presa, desapareció la leña y seco el agua de la zanja. Elías le dijo a Yahvé que prendiera a los profetas del falso dios Baal, que no se salve ni uno; y los prendieron. El pueblo estaba emocionado por ese milagro. Los profetas fueron llevados al torrente Cisón, donde los mataron, ninguno pudo escapar.


Con el pueblo convencido de que Yahvé era el verdadero dios y muertos los profetas de Baal no era necesario continuar el castigo; el agua regreso de nuevo. Jezabel al enterarse de lo que había hecho Elías con los profetas, llena de ira lo mando a asesinar. Para salvar  su vida el profeta hebreo tuvo que huir al desierto. Luego de la gran victoria se sentía derrotado y sin fuerzas para seguir luchando.

Elías camino durante todo un día por el desierto, deseaba morir, le pedía a Yahvé que se llevara su alma. Se quedó dormido hasta que un ángel lo despertó y le dio comida y una agua. Comió, bebió y se durmió, hasta que el ángel lo despertó otra vez y le dijo que el camino seria fuete. El profeta nuevamente comió bebió agua y obtuvo fuerzas para continuar.

Camino durante 40 días y 40 noches por el desierto hasta que llego al monte de Dios, Horeb. Fue ahí donde entro a una cueva a pasar la noche. Escucho una voz que decía: “sal y ponte en la montaña ante Yahvé”, pasó un huracán, pero Dios no estaba ahí, vino un terremoto y Dios no estaba ahí, pasó un ardiente fuego y Dios tampoco estaba ahí. Hasta que paso una suave brisa y San Elías se colocó una manta y salió a la entrada de la cueva.

Desde ese momento el gran profeta aprendió a no ser violento como el huracán, ni duro como el terremoto, ni asustador como el fuego, debía ser suave y amable como la brisa. La voz le dijo: “que haces aquí, Elías” a lo que él respondió “porque los hijos de Israel te han abandonado, mataron a tus profetas y derribaron tus altares, solo he quedado yo, y me buscan para quitarme la vida”. Yahvé le dijo que se fuera de ahí, que retomara su camino, iba a elegir a Yehu como rey de Israel.

Eliseo será profeta y sucesor de San Elías. Quien quiera escapar de la espada de Hazael lo matará Yehu y quien escape de la mano de Yehu será asesinado por Eliseo. Estas fueron las palabras de Yahvé. Además, le dijo que perdonaría en Israel a todas aquellas personas que no adoraron ni se arrodillaron ante Baal, el dios falso.

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