Su padre vio ángeles
alrededor de él como un niño, vestirse y alimentarlo con fuego.
Él le recordó a la gente de
su pueblo que hay un solo Dios verdadero y que sólo Él debe ser adorado. el
creador de cielos y tierra y que ese Dios es Yahvé.
San Elías fue un profeta
hebreo del Antiguo Testamento cuyo nombre significa «Mi Dios es Yahvéh».
Mientras Elías profesaba el
pueblo estaba dividido en dos reinos: al norte el reino de Israel, con Samaria
como su capital, y al sur el reino de Judá, que tenía como capital a Jerusalén.
En Israel reinaba Acab, quien se casó con Jezabel, la hija del rey fenicio
Itobaal de Sidón, lo cual trajo paz entre ambos reinos y la mejora de las
relaciones comerciales.
El rey Acab se dejaba dominar
por su mujer, Jezabel era una extranjera que buscaba imponer la religión de los
falsos dioses (Baal) entre el pueblo. Era una mujer sin escrúpulos. Mandó a
asesinar a todos los sacerdotes y profetas del verdadero Dios, Yahvéh. Solo se
salvaron aproximadamente cien personas, ya que fueron escondidas en cavernas y
alimentadas por el mayordomo del rey, Abdias, que era un verdadero seguidor de
Dios.
Elías se fue al otro lado de
Jordán, a su tierra natal para salvarse. Después se fue a Sarepta, una ciudad
fenicia por mandato de Yahvéh, en cual permaneció durante un tiempo. Cuando
Jezabel se convenció de que había acabado con la religión de Israel, aparece
Elías a enfrentarla, le anuncio que como castigo por su idolatría y abandonar
la verdadera religión, caería sobre Samaria una sequía de 36 meses que traería
el hambre y sed a toda la ciudad.
En efecto no llovió durante
tres años, en los que sufrieron de sed y hambre. Dios le dijo a Elías se fuera
a vivir a una cueva que tenía una fuente de agua. Durante ese tiempo era
alimentado por cuervos, los cuales le llevaban pan por la mañana y carne por la
tarde. Una vez que la fuente de agua se secó, se fue a vivir a la ciudad
extranjera de Sarepta nuevamente por órdenes del Señor.
Cuando Elías llego a la ciudad
de Serepta le dijo a una mujer que se encontraba cortando leña para cocinar que
le diera un pan y agua. La mujer le respondió que solo tenía un poquito de
harina y aceite, para preparar un pan para ella y su hijo, y luego morirían de
hambre.
Elías le dijo a la mujer que
le prepara un pan para él y la harina ni el aceite se le acabarían hasta que
volviera a llover sobre la tierra. La mujer estaba un poco dudosa pero aun así
hizo lo que le dijo. Le preparo un pan y se cumplió lo que le había dicho, no
falto ni la harina ni el aceite, por lo que la mujer pudo alimentar a su hijo y
al profeta durante toda la sequía.
El rey Acab encontró a Elías,
y le dijo que era él la ruina de Israel. A lo que le respondió que no había
sido él, sino el mismo rey su esposa y toda su familia, quienes abandonaron a
Yahvéh que es el verdadero Dios y sus leyes, para servir a los baales. Elías
hizo que el rey convocara al monte Carmelo a todo el pueblo de Israel y a los
cuatrocientos cincuenta profetas del falso Dios Baal que estaban con Jezabel.
Una vez que estaban todos en
el monte Carmelo San Elías les pregunto que hasta cuando estarían entre un Dios
y otro, los que creen que Dios es Yahvé síganle, y si creen que es Baal síganle
también, a lo que nadie contesto.
les propuso que mataran dos
novillos y los colocaran sobre la leña sin prenderla. Les dijo que eligieran
uno he invocaran a sus Dios para que prendiera el fuego, mientras que el
invocaría a Yahvé, el dios que respondiera al fuego sería considerado el
verdadero Dios. Todo el pueblo estuvo de acuerdo.
Desde la mañana hasta el
mediodía los profetas invocaron a Baal, pedían que les respondiera, pero no
pasaba nada. Elías los vacilaba diciéndoles que le gritaran más fuerte, tal vez
su Dios estaba dormido o de viaje. Los profetas gritaban con voz más alta
y como era costumbre hacían sajaduras con sus espadas hasta botar sangre, pero
aun así no obtenían respuesta de Baal.
Elías les dijo a los profetas
que se acercaran al monte donde se encontraba su novillo. Hizo una zanja alrededor
del altar del novillo y lo coloco sobre la leña; lleno la zanja de agua y oró
“Yahvé, Dios de Abraham, Isaac e Israel; sépase hoy que tú eres el Dios de
Israel, y yo tu siervo, que por tu orden he hecho esto. Respóndeme, Yahvé;
respóndeme”.
Fue entonces cuando cayó el
fuego de Yahvé, quemo completamente el altar de la presa, desapareció la leña y
seco el agua de la zanja. Elías le dijo a Yahvé que prendiera a los profetas
del falso dios Baal, que no se salve ni uno; y los prendieron. El pueblo estaba
emocionado por ese milagro. Los profetas fueron llevados al torrente Cisón,
donde los mataron, ninguno pudo escapar.
Con
el pueblo convencido de que Yahvé era el verdadero dios y muertos los profetas
de Baal no era necesario continuar el castigo; el agua regreso de nuevo.
Jezabel al enterarse de lo que había hecho Elías con los profetas, llena de ira
lo mando a asesinar. Para salvar su vida el profeta hebreo tuvo que huir
al desierto. Luego de la gran victoria se sentía derrotado y sin fuerzas para
seguir luchando.
Elías
camino durante todo un día por el desierto, deseaba morir, le pedía a Yahvé que
se llevara su alma. Se quedó dormido hasta que un ángel lo despertó y le dio
comida y una agua. Comió, bebió y se durmió, hasta que el ángel lo despertó otra
vez y le dijo que el camino seria fuete. El profeta nuevamente comió bebió agua
y obtuvo fuerzas para continuar.
Camino
durante 40 días y 40 noches por el desierto hasta que llego al monte de Dios,
Horeb. Fue ahí donde entro a una cueva a pasar la noche. Escucho una voz que
decía: “sal y ponte en la montaña ante Yahvé”, pasó un huracán, pero Dios no
estaba ahí, vino un terremoto y Dios no estaba ahí, pasó un ardiente fuego y
Dios tampoco estaba ahí. Hasta que paso una suave brisa y San Elías se colocó
una manta y salió a la entrada de la cueva.
Desde
ese momento el gran profeta aprendió a no ser violento como el huracán, ni duro
como el terremoto, ni asustador como el fuego, debía ser suave y amable como la
brisa. La voz le dijo: “que haces aquí, Elías” a lo que él respondió “porque
los hijos de Israel te han abandonado, mataron a tus profetas y derribaron tus
altares, solo he quedado yo, y me buscan para quitarme la vida”. Yahvé le dijo
que se fuera de ahí, que retomara su camino, iba a elegir a Yehu como rey de
Israel.
Eliseo
será profeta y sucesor de San Elías. Quien quiera escapar de la espada de
Hazael lo matará Yehu y quien escape de la mano de Yehu será asesinado por
Eliseo. Estas fueron las palabras de Yahvé. Además, le dijo que perdonaría en
Israel a todas aquellas personas que no adoraron ni se arrodillaron ante Baal,
el dios falso.
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